Una de esas miradas especiales, de esas que miran con amor una vez
cada diez años, pero que cuando lo hacen puedes estar recordándola
como si estuviera delante tuya durante varías semanas.
Yo iba un poco perdida y somnolienta para entonces, encarrillando por el
carril izquierdo de la autopista, siempre intentando acelerar, dejándome
guiar por las sensaciones débiles que el "Señor Otoño" y la "Señora Primavera"
habían apagado en mi a la fuerza.
Quizá perdí demasiado el norte al querer tirar la brújula para que estuvieras
allí siempre, y no tener que buscarte, porque así quería que fuera aunque
quizás esto ahora suene a gilipollez y probablemente ya no importe pero
realmente lo sentía.
La madrugada de verano recuperó su calidez cuando se convirtió en madrugada
de alcohol, aire frío y risas, de dos espíritus tímidos que realmente nunca lo fueron
pero compartían esa falsa timidez,por compartir algo, por estar juntos en ese
momento y que el día no se acabara "nunca".
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