sábado, 23 de marzo de 2013

Esa forastera contigua que irradia piel y soledades.

viernes, 22 de marzo de 2013

Dejaré de ver el video de co-razones.

Hubo un te quiero que soñó con retiradas mientras anhelaba lo que no podría tener, hubo un jamás que te esperaba a cada salida del baño riéndose de tu falta de fe en ti mismo, y hubo resacas que bailaban como un por qué manchándose los pies con las cenizas del después de cada mañana.
No había nada en nuestros rostros que mostrara lo imposible de aquel nosotros que hicimos entre tu risa y mis payasadas, ni fueron las quemaduras las que enfriaron la piel, y no faltaron preguntas a la hora de los interrogatorios y las guillotinas.
Señor juez, tengo la paz que robé escondida en el lado más cruel de mis poesías. Hablo de naufragios como desahogo. Un matiz de cortinas y persianas bajadas me mira desde el otro lado de las ventanas, la realidad es solo un puñado de latas vacías que te recuerdan la maravillosa historia de cada borrachera. Todavía hay anarquías que por las noches se despiertan soñando con cárceles. Y la dictadura ha llegado, bienvenida. A veces me siento un soldado de ella, alguien capaz de llorar por cualquier final sin beso. El timo del romanticismo era como buscarle los tres trucos a un mago. Nunca quisiste creer en la magia, y ahora te extrañas de que haya toda esta tierra de por medio, después de que cavases tumbas y disparos sordos en los que gritabas por una ayuda que no te merecías, después de mutilar el amor, de despedazarlo y hacerle papilla, de estrangularlo hasta que el viento con el que izábamos velas fuera solo el rencor a estos remos, y un billete de vuelta de todo, precisamente yo, que nunca fui a ningún sitio, preciosamente tú, que me llevaste a todos.

La bandera blanca se ha manchado de sangre, así que voy a coger esa toalla que está sobre la lona, en mitad de un ring sin fuerzas, y te voy a curar las heridas con ella, te voy a lamer y a rezar, voy a llenarte de vida. El precio de la cobardía se mide en promesas, tengo tantos ojalás a los que aferrarme que los trato como puertas abiertas que no se pueden cerrar. Es tal mi ingenuidad que hay atardeceres para los que todavía compro palomitas. Unos tacones se acercan cada noche a besarme las nostalgias, pero cuando miro ya se han ido a otro sitio donde tú no estás, y yo no te necesito.





-por: http://escandar-algeet.blogspot.com.es/

domingo, 17 de marzo de 2013

El miedo y el asco no sólo están en Las Vegas.


        Mirar y tocar los pliegues y la carne, sentir todo
como si de verdad esto existiera, como si aquella boca
de corrupción no sólo hablara puto silencio.
Mientras tanto una mujer de pelo rizado y rubio,
de ojos negros y pupilas inquietas te mira desde la ventana
con cara y gesto de marginal y se siente muy desnuda.
Desnuda para ti, quiere enseñártelo todo, de fuera hacia dentro,
es algo semejante al caos, pero si tú no quieres buscará nuevos
horizontes.