lunes, 10 de octubre de 2011

3.



Ya no hace falta separar días pares de impares,
ni las noches de los días, ni contar ovejas sin resultado.
Ahora nos vamos de paseo a una mente con goteras,
coged el equipaje, embalad todo menos lo imprescindible.
Cerrad los ojos contad tres y abrirlos, os encontraréis frente
a frente, cara a cara sosteniéndole al fin la mirada y a la vez
de vez en cuando bajándola para mirar a la nada, sus ojos 
desprenden tanto calor que sus pupilas negras la queman, 
provocan desidia tras sus pasos mientras se funde la noche.
Almibar entre los dedos, azúcar entre los labios, no es lo que
parece, no es una presunción de verano vestida con un sol
fatigado de esperas, es más bien un caliente y a la par frío sol de
invierno. Es un tiempo adormecido en una línea interminable
entre ráfagas de aire caliente que evocan carnales versos,
es mímica improvisada, es pólvora e insolencia,
son trances efusivos con violencia y ambiguedad.
Son miradas, sonrisas, palabras, gestos, muecas,
hechos, roces.....
Es la fonética del silencio, no hace falta mayor
diálogo, no hace falta saber donde nos veremos
mañana, se da por hecho que mañana en el mismo
sitio, a la misma hora, y con la misma mirada
anhelante de la última vez.
Cerrad los ojos, contad tres y volvedlos a abrir.