sábado, 20 de abril de 2013


Gime un viejo trasto de latón, lo oigo desde mi ventana,
la que pega al callejón, suena como un viejo jazz de los 60
y nos hace parecer que estamos en una puta película nostálgica
en el barrio de Brooklyn.
Únicamente falta el camarero, que por inercia se llamaría John,
falta la chica rubia, la del pelo ondulado y la camisa roja de seda,
con la que todos soñamos que se incline, y se le vea el canalillo,
ella pedirá un whiskey, seguro que con agua, es una señora elegante.
John le preguntará su nombre, y ella no contestará debe guardar el
misterio que hace de ella algo diferente y llamativo.
La señora pide un cigarrillo, advierte que solo fuma tabaco negro, que
las buenas elecciones las aprendió de su padre, John le deja encima de
la barra el paquete completo, pasaron las horas, pero no compartieron ni
humo ni miradas.

1 comentario:

  1. con lo bonito que es compartir humo... me ha gustado, un saludín solo pasaba por aquí

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